I had a wonderful Saturday. The weather was beau-ti-ful today. I went to a couple garage sales (YEAH! Garage Sale season is back!), went to my sister's house and hung out with my sobrinitos, and now I'm just chillin listening to Hanson.
I love Hanson. Ever since MMMMbop, I have followed them. And their newest CD rocks my socks off. Seriously, they are so dang talented. You may scoff, but I shall scoff right back at you...you have no idea what you are missing.
Saturday, April 17, 2010
Wednesday, March 31, 2010
Dude, I'm NOT going to Mexico!
And why am I not going to Mexico? Because my roommate left yesterday without any notice and without paying any rent! I thought she was my friend. My family took her in when her brother kicked her out of her house, and now I'm left cleaning up her mess, in more ways than one. Anyone know any good home remedies to remove big pink stains from carpet? Oh well, Mexico. I will hopefully go with the next group, over Thanksgiving.
By the way, I would just like to say that first impressions are usually WRONG. Most of the people who I didn't really like at first have turned out to be some of my best friends, and most people who I immediately liked (ie: my ex roommate), have turned out to be........***enter expletives here***. But at least the Church is true, and at least its Spring right now, and at least I have a cool family!
By the way, I would just like to say that first impressions are usually WRONG. Most of the people who I didn't really like at first have turned out to be some of my best friends, and most people who I immediately liked (ie: my ex roommate), have turned out to be........***enter expletives here***. But at least the Church is true, and at least its Spring right now, and at least I have a cool family!
Saturday, March 27, 2010
Tuesday, March 23, 2010
Dude, I'm going to Mexico
I am going to Mexico in May. I am going. I am going. I have to make lots of aprons to sell, but I am going. Its going to be a very very long bus ride, and I get car sick, but I'm GOING! My friends Lindsey and Carlina are going, too! We get to build a house for someone and work at an orphanage, all in one week! YYYYYEEEESSSSSSS!!!
Monday, March 22, 2010
DI and Jackson
A couple weeks ago I was with my four year old nephew Jackson at DI. We were strolling through the yard area--you know, the place where they keep the bigger stuff. There were some big picture frames leaning against the wall. While I was purusing the stuff, Jackson started moving the picture frames and put himself behind them. "Jackson, what are you doing," I asked in a warning tone. He replied, "I'm just waiting for someone to buy me." What a kid.
Tuesday, March 16, 2010
Tuesday, June 30, 2009
Killer
My friend inspired me to finally set up a blog, so here is my very first entry, a story brought to you by Ana Chaparro's Spanish 322 class. Copyright 2009 by me. This is a true story.
Killer
Se llamaba Killer Villanueva. Era el rey de su bloc rojo el la población de Cerro Verde, Talcahuano, Chile. Killer era de colór café, y del tamaño mas o menos de un gato gordo. No sabía qué raza era, y ni importaba. A él le cayaba mal toda la gente, pero especialmente las misioneras. Siendo perro de una familia miembro, uno pensaría que sería amable, o por lo menos acostumbrado a ellas. Pero no. Se llamaba Killer. Matador.
En ese dia de verano que olía a pescado, Killer tenía muchas cosas que hacer, y por eso no vió a las misioneras subir hasta el cuarto piso de su bloc. Su familia vivía en el segundo. Al regresar a su reino, enteró que algo no estaba bien. Sintió un olor extraño en el aire seco. El olor dulce de extranjeras. Se le salió un gruñido bajo. Sabía que las misioneras habían intrusadas en su territorio. Sabía también que su familia no estaba para retarlo. Subió las escaleras, y las oyó bajando desde el cuarto piso. Dobló su esfuerzo. Él las vió antes que ellas lo vieron a él.
La Hermana Anderson, una gringa nueva en la misión, paró, a la vez estrangulando, “¡Hermana!” a su compañera. Alli en el descansillo del tercer piso, Killer enseñó sus dientes, y su gruñido estalló en ladridos.
La gringa nueva finjió recoger una piedra y tirarla, pero Killer no era un tonto.
Ella se acordaba de todas las aventuras ya vividas en sus pocas semanas que llevaba en Chile; El hombre que se aproximó y agarró el brazo de su compañera, Hermana Adams, la banda que les gritó “¡Basura!” mientras caminaban el la línea del tren, los hombres que silbaban y tiraron besos, y el tipo que trató de seguirles hacia su casa.
Por tener tantas aventuras así, los asistentes del presidente de la misión consideraba sabio conseguir un espray de pimienta. Eran las únicas con el privilegio de tener una arma así.
“Tendremos que correr,” dijo la Hermana Adams.
“¡Hermana Villanueva!” gritó desesperadamente la Hermana Anderson. Pero ella sabía que no estaba, porque ya habian tocado su puerta antes de subir al cuarto piso. Empezó a reir. “Es tan chico. ¿Como le vamos a tener miedo? Stupid dog!”
“Gringa tonta,” penso Killer. “No esta mi familia, y ademas, no entiendo tu idioma.”
“¡El espray de pimienta!” Susurró la Hermana Anderson a su compañera.
“No se si debemos. Se nos daban para defendernos,” fue la respuesta.
“¿Enotnces cómo vamos a salir de esto?
Cuidadosemente, la Hermana Adams empezó a abrir el cierre de su mochila. Sus dedos rodearon la lata fria. En el asilo del bolsillo, sacó el alfiler de seguridad de la lata. Lo dirijó hacia el enemigo y apretó el botón.
El veneno le pegó justamente en los ojos, y Killer paró en medio gruñido. Parpadeaba furiosamente mientras un fuego inmenso se esparció sobre su cabeza. Estornudó. En silencio, bajó su cabeza y trataba de rascarse con sus patas delanteras.
Las gringas se murieron de la risa. Killer salió con vergüenza. No estaba su familia para consolarlo.
En las semanas que seguían, Killer, ya humillado, se preocupó con otras cosas en vez de pescar a las misioneras. Sabía que con tiempo las iban a cambiar con otras, y allí tendria su venganza. Solo tenía que esperar el momento oportuno.
Killer
En ese dia de verano que olía a pescado, Killer tenía muchas cosas que hacer, y por eso no vió a las misioneras subir hasta el cuarto piso de su bloc. Su familia vivía en el segundo. Al regresar a su reino, enteró que algo no estaba bien. Sintió un olor extraño en el aire seco. El olor dulce de extranjeras. Se le salió un gruñido bajo. Sabía que las misioneras habían intrusadas en su territorio. Sabía también que su familia no estaba para retarlo. Subió las escaleras, y las oyó bajando desde el cuarto piso. Dobló su esfuerzo. Él las vió antes que ellas lo vieron a él.
La Hermana Anderson, una gringa nueva en la misión, paró, a la vez estrangulando, “¡Hermana!” a su compañera. Alli en el descansillo del tercer piso, Killer enseñó sus dientes, y su gruñido estalló en ladridos.
La gringa nueva finjió recoger una piedra y tirarla, pero Killer no era un tonto.
Ella se acordaba de todas las aventuras ya vividas en sus pocas semanas que llevaba en Chile; El hombre que se aproximó y agarró el brazo de su compañera, Hermana Adams, la banda que les gritó “¡Basura!” mientras caminaban el la línea del tren, los hombres que silbaban y tiraron besos, y el tipo que trató de seguirles hacia su casa.
Por tener tantas aventuras así, los asistentes del presidente de la misión consideraba sabio conseguir un espray de pimienta. Eran las únicas con el privilegio de tener una arma así.
“Tendremos que correr,” dijo la Hermana Adams.
“¡Hermana Villanueva!” gritó desesperadamente la Hermana Anderson. Pero ella sabía que no estaba, porque ya habian tocado su puerta antes de subir al cuarto piso. Empezó a reir. “Es tan chico. ¿Como le vamos a tener miedo? Stupid dog!”
“Gringa tonta,” penso Killer. “No esta mi familia, y ademas, no entiendo tu idioma.”
“¡El espray de pimienta!” Susurró la Hermana Anderson a su compañera.
“No se si debemos. Se nos daban para defendernos,” fue la respuesta.
“¿Enotnces cómo vamos a salir de esto?
Cuidadosemente, la Hermana Adams empezó a abrir el cierre de su mochila. Sus dedos rodearon la lata fria. En el asilo del bolsillo, sacó el alfiler de seguridad de la lata. Lo dirijó hacia el enemigo y apretó el botón.
El veneno le pegó justamente en los ojos, y Killer paró en medio gruñido. Parpadeaba furiosamente mientras un fuego inmenso se esparció sobre su cabeza. Estornudó. En silencio, bajó su cabeza y trataba de rascarse con sus patas delanteras.
Las gringas se murieron de la risa. Killer salió con vergüenza. No estaba su familia para consolarlo.
En las semanas que seguían, Killer, ya humillado, se preocupó con otras cosas en vez de pescar a las misioneras. Sabía que con tiempo las iban a cambiar con otras, y allí tendria su venganza. Solo tenía que esperar el momento oportuno.
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